sábado, agosto 27, 2011

¿Ya terminaron de llorar por Borders?




Tomado del blog Antrópico

August 10, 2011

El lloriqueo por la partida de Borders ha llegado al borde de lo insoportable...

Pero, Borders era una librería y mala, pero mala de verdad. Un maldito Walmart de libros. Muchos de los que trabajaban ahí (en mi experiencia) eran unos arrogantes pretendiendo de bibliófilos (había sus excepciones). Por lo menos, muchos con quienes me topé.

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Recomiendo leer la carta de Gina González al El nuevo día, el jueves 21 de julio, para ver la cara de los autores en esa debacle.
Es muy probable que los clientes de Borders, que se entretenían leyendo libros sin comprarlos, nunca llegarán a entender que luego de que los leyeran, doblaran, ensuciaran y dejaran tirados donde quiera sin pagarlos, era el autor quien absorbía esa pérdida. Cuando Borders compraba los libros, se los pagaba al distribuidor, y este a su vez nos hacía eventualmente el pago a los escritores. Si la librería se los devolvía, como ya nos habían pagado los libros, entonces todos quedábamos en deuda con el distribuidor.
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Yo auspicio, visito y vivo La tertulia en Río Piedras. Allí almuerzo, tomo un rico café, me encuentro con colegas y estudiantes, me reúno, y compro libros, muchos libros. Alfredo Torres trae una selección extraordinaria de libros que jamás encontrarán en una tienda como Borders, que al verlos, hojearlos (por mucho tiempo, a veces leyendo secciones enteras), olerlos, sentirlos, me atraen y los compro y me los llevo. Muchos de ellos. Los libros pueblan mis estantes y teóricamente caben en mi Ipad, pero hay una gran diferencia en referencia a los otros sentidos no utilizados en el proceso de leer un libro (y comprarlo, claro está). Pero esa es mi decisión, a pesar de que apenas caben ya en el cuarto de mi casa dedicado a ellos. Por otro lado, los libros que pueblan el mundo electrónico son las novelas lite, los de suspenso, llamados polars por los franceses, los libros de ayuda y una que otra cosa inane. Dudo mucho que hayan libros de peso intelectual (ya he mirado).
La gente hojea los libros en La tertulia, y algunos se sientan a leer segmentos de ellos… pero los compran, o se llevan otros que han hojeado. Nunca he visto a Alfredo con un foete fustigando a esos lectores (y el día que lo haga, sus razones tendrá).
Allí me entero de muchas cosas del mundo del saber, voy a las presentaciones de libros, converso con autores y hago nuevas amistades (no muchas). Alfredo o Eddie me recomiendan libros que han leído, o me cuentan lo que algunos lectores le dicen sobre las obras, lo bueno y lo malo. Esa es la esencia de la librería. Me consta, sus clientes (preferiría llamarles de otra manera, pues somos una especie de socios) estamos pendientes, con la prudencia que amerita, de la salud del lugar… pues es nuestro espacio favorito. Queremos que prospere… tanto ese espacio, como su dueño.

Pero, volvamos a Borders.
¿Quiéren jugar ajedrez? Bajen las aplicaciones en su aparatos y ¡voilá! Vayan a las plazas públicas… ¡upps! ¡no hay aire acondicionado! Pero hay opciones… ¿Quieren leer libros en espacios públicos? Entonces vamos a auspiciar las bibliotecas municipales, que en otros países son una maravilla y hay de todo, hasta DVD con películas, programas y documentales, así como música para los melómanos. Pídanle ese espacio público a Plaza Las Américas. Apuesto a que los Fonalledas (como empresa) no leen libros, sólo cifras y dividendos.
Nadie ha llorado por las librerías locales, que han capeado los temporales de los costos, las crisis, los hurtos, los altos precios de los libros y los embarques, los impuestos y la desidia de todos. Algunas han pagado caro también su anquilosamiento, la falta de innovación, la falta de sensibilidad (como por ejemplo, anaqueles cerrados al público, y venta en el mostrador), la arrogancia de ese librero sabelotodo e intransigente y la ausencia de estrategias de mercadeo. Y cómo pasa todos los días en el horrendo mundo de la competencia, han sucumbido. Ricardo Fraga del Valle, de Toa Baja, tuvo a bien escribir esta carta del lector a El nuevo día, el lunes 1ro de agosto de 2011, y con la que me adscribo totalmente, y con ella los dejo llorando por Borders:
Que otros lloren a Borders. Mis lágrimas se agotaron entregadas a los dedicados y cultos libreros que sucumbieron a la ferocidad comercial a ese monstruo que hoy todos saquean por los descuentos de liquidación. Borders es igual que las devoradoras megatiendas. Destruyen todos los pequeños y medianos negocios que les circundan y después desaparecen, dejando no tan solo un vacío comercial, sino además una dolorosa estela de desempleados. Hay tierras explotadas por mineros a cielo raso, donde después de extraer todas las riquezas, las abandonan y esas tierras jamás serán fértiles. Espero que la tierra abandonada por Borders sí sea fértil para permitir el renacer de nuestras pequeñas y numerosas librerías locales.

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