sábado, octubre 02, 2010

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El fin del crecimiento

Carmelo Ruiz Marrero

En círculos ambientalistas prevalece, de manera casi incuestionable, la idea de que las medidas de eficiencia y las fuentes energéticas renovables nos sacarán de las crisis ambiental y energética. Pero como dije en un escrito reciente (“Más allá del capitalismo verde”), pretender resolver estas debacles con adelantos tecnológicos, sin cuestionar la economía del capitalismo, sólo acelerará la destrucción ambiental y el agotamiento de los recursos naturales. Para entender la futilidad del capitalismo “ecológico” es necesario conocer la Paradoja de Jevons.
Esta paradoja lleva el nombre del economista británico William Stanley Jevons, quien a mediados del siglo XIX llevó a cabo un minucioso estudio sobre la economía del carbón, el cual concluyó que este recurso se acercaba a su agotamiento. Según Jevons, el constante aumento en el consumo de carbón agotaría las minas inglesas en un futuro no muy lejano. El pronosticaba lo que hoy se conocería en inglés como “peak coal”.
Jevons observó con detenimiento el efecto de la recién inventada máquina de vapor de James Watt, y cómo su uso revolucionó la economía inglesa. Ya que esta novedosa máquina usaba carbón mucho más eficientemente que diseños anteriores, se entendía que ahora Inglaterra reduciría su uso de carbón. Pero Jevons notó que ocurrió exactamente lo opuesto, la máquina de Watt lo que hizo fue viabilizar un aumento en el consumo del carbón. Jevons publicó este hallazgo en 1865 en su libro “The Coal Question”, y desde entonces el fenómeno se le ha conocido como la Paradoja de Jevons.


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Por desgracia, la izquierda progresista latinoamericana no parece estar a la altura de este reto. Se aferra a la mentalidad desarrollista del siglo XX; idolatra a la ciencia y la tecnología, lo cual le impide tener una visión crítica ante las nuevas tecnologías; sus posturas ante la problemática ambiental oscilan entre la inconsistencia y el oportunismo; y está anquilosada en el paradigma cartesiano reduccionista, lo cual impide la urgente transición a una visión de mundo holística y verdaderamente ecológica. Y peor aún, rara vez acepta crítica alguna. Se trata de una prédica estancada y obsoleta que no presenta riesgo real al status quo capitalista.
El que lo dude sólo tiene que ver la pasmosa facilidad con que tantos “comefuegos” izquierdosos de antaño se han integrado gustosamente a las maquinarias oficialistas de gobiernos suramericanos que se cantan de izquierda pero que en realidad le están dando respiración artificial al modelo neoliberal. Sería injusto tildarlos de malvados o imbéciles (aunque a menudo lo parecen), el problema real es la bancarrota intelectual de los viejos modelos arterioscleróticos.
Como dije en mi libro “Balada Transgénica”, las nuevas corrientes de pensamiento y nuevos movimientos alternativos, ecologistas, comunitarios, campesinos, indígenas, urbanos, juveniles, blogueros, post-patriarcales, multiculturales, etc., no se conforman con el modelo marxista tradicional y desafían etiquetas y categorizaciones fáciles. Si la izquierda quiere tener alguna relevancia y hacer alguna aportación a la creación de una sociedad ecológica, solidaria, post-capitalista y post-industrial deberá emprender un difícil pero necesario diálogo y debate interno para gestionar la transición a una nueva visión de mundo. Pero rápido, que nos quedamos sin planeta.

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... el capitalismo no es compatible con la protección ambiental porque se fundamenta sobre el crecimiento- crecimiento de ganancias, de actividad económica y crecimiento económico en general. Es inconcebible que la clase capitalista renuncie voluntariamente al crecimiento.

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El crecimiento, sin embargo, es algo tan básico y tan sagrado en la profesión del economista que cuestionarlo implica poner patas arriba varias de las premisas más preciadas de su campo. Pero la realidad física de los límites del planeta se impone. Comentando sobre esta disyuntiva, el perspicaz Kenneth Boulding dijo una vez que “el que piense que el crecimiento puede continuar ilimitadamente en un mundo finito o está loco o es economista”. Boulding sabía de qué hablaba, era economista.
La crisis ambiental y la paradoja de Jevons presentan, por lo tanto, un reto adicional a la izquierda progresista. Al proyecto de justicia económica y redistribución de la riqueza, que es su razón de ser, hay que añadir la reducción de la huella ecológica, algo que es posible solo mediante una reducción en la actividad económica.
Los economistas dirán a coro que encoger la economía provocaría un ruinoso descalabro mundial. Y bien pueden tener razón. Según el educador ambiental George Monbiot, la reducción en actividad económica necesaria para prevenir el peor escenario del calentamiento global significaría una depresión mundial de proporciones nunca vistas en el mundo moderno. Una vez leí por ahí- a manera de chiste- que el ambientalismo es el primer movimiento que propone bajar el nivel de vida.
Esto significa que la izquierda deberá dedicarse no solamente a repartir equitativamente el pastel de la riqueza económica a la vez que lo va encogiendo sino que también debe distribuir de manera igualitaria los riesgos, costos y responsabilidades que enfrenta la humanidad ante el calentamiento global y otros desafíos ambientales.
Afortunadamente entre los economistas (a quienes acusé de locos unos párrafos atrás) hay un pequeño pero creciente número de ellos que entienden esta realidad. Ellos conforman el campo de la economía ecológica, una disciplina que cuenta con Herman Daly, Nicholas Georgescu-Roegen, E. F. Schumacher, Hazel Henderson, Joan Martínez Alier y el ya mencionado Boulding entre sus máximos exponentes. Y desde la izquierda estadounidense vemos un pequeño pero creciente movimiento ecosocialista que cuenta con pensadores de avanzada como Joel Kovel, Stan Cox, James Bellamy Foster, y la influencia del inolvidable Murray Bookchin. Sus escritos y debates aparecen en las páginas de publicaciones como Synthesis/Regeneration, Capitalism Nature Socialism y Monthly Review.

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4 Comentarios:

Blogger Unknown dijo...

Hola Carmelo,

Yo patentaría una nueva paradoja. La llamaría la paradoja de "Ruiz". Se trata de alguien que escribe excelentes artículos sobre los costos ambientales del uso de computadoras y de internet, y que los escribe en una computadora y los difunde por internet.

Creo que efectivamente, el uso de computadoras e internet puede ahorrar muchos costos, aunque sin duda genera otros. El balance puede ser positivo, si mejoramos la cultura de los usuarios (por ejemplo apagar la pantalla y no imprimir más que en caso de extrema necesidad) y mejoramos la eficiencia energética y de materiales de los equipos que se construyan.

Además, hay que establecer normas que obliguen a los fabricantes a hacerse cargo de los equipos dados de baja, favoreciendo con ello el diseño con materiales reciclables. Si paralelamente obligamos la mayor internalización de costos ambientales de los procesos de extracción y fabricación, podríamos rebajar inmensamente los impactos ambientales.

Mira, yo soy un gran partidario de la tesis de los "límites del crecimiento" y comparto que respetar esos límites choca con la esencia misma del capitalismo. Sin embargo, pienso que hay determinados bienes cuyo acceso debe estar garantizado a todos los seres humanos. Lo contrario, implicaría alguna forma de ecofascismo, donde sólo algunos se reservarían el privilegio de tener ciertas cosas y obligarían a los demás a niveles de subconsumo para respetar la naturaleza.

Creo que la prueba de la blancura respecto a cuáles son esos bienes básicos cuyo acceso debe estar garantizado a todos los seres humanos, es qué es aquello de lo que uno mismo no puede prescindir. Si ecologistas convencidos y coherentes, como tú y como también pretendo serlo yo, no pueden prescindir de ciertas cosas, por cierto que no tienen ninguna autoridad moral para pretender que otros no accedan a ello para preservar la naturaleza.

Comparto contigo que la fe ciega en la ciencia y la tecnología es una maniobra escapista del capitalismo (como también lo fue del socialismo mientras existió). Sin embargo, respecto a esas cosas básicas de las que nosotros, verdes intensos no prescindimos, hay que apoyar su mejora en eficiencia ambiental como única alternativa eticamente coherente.

No quiero prescindir de mi computadora ni de internet, pues me sirve para comunicarme con personas como tú, para fortalecer el discurso ecologista, para difundir nuestros postulados, para organizar nuestras luchas y para acceder a muchos bienes culturales. Y como yo lo uso y disfruto, quiero que todos los demás seres humanos también puedan usarlo y disfrutarlo. Esa actitud me parece la única compatible con cualquier sensibilidad anticapitalista, entendiendo que el capitalismo es la expresión máxima del egosimo en la tierra.

Una crítica afectuosa de un ecologista más.

Un abrazo desde Santiago de Chile

9:53 p.m.  
Blogger Unknown dijo...

Hmmm...Pienso que en lugar del computador e internet, los automoviles son un típico bien imposible de masificar a todos los habitantes del planeta sin consecuencias catastróficas. Son el símbolo de la depredadora sociedad industrial.

Saludos

12:15 a.m.  
Blogger Tomás dijo...

Quiero felicitar a Carmelo por su articulo "fin del crecimiento". Tambien el comentario de Luis Mariano suma aportes a la eficiencia, con o sin paradoja. Creo que la equidad social es mas bien compatible con el Desarrollo. Quisiera que todos tengan PC pero antes otras cosas más elementales. Rescato tambien de Carmelo su comentario sobre la "izquierda" latinoamericana. Creo que ingresamos en una era post-ideológica. Mirar la Izquierda latinoamericana, en el poder, es mostrar la obsolecencia de esa tipificación (ya falsa dicotomía): un reduccionismo más, con populismo en algunos casos, que ayuda a la confusión general. Creo que hay que replantear un progresismo, donde la economia ecológica (transdisciplinaria) tendrá un rol fundamental. Invito a visitar www.proyectodepais.com.ar
para bajar un libro sobre Argentina y algo más
Un abrazo desde Bahía Blanca, Argentina
Tomás

1:10 p.m.  
Blogger Unknown dijo...

Hola Tomás,

Yo creo que el "Desarrollo" es un término inventado para colonizar las mentes y tratar que los pueblos del Sur sigamos el desastroso camino del Norte. Eso no es deseable, por muchos aspectos, pero sobretodo no es posible. El Planeta no lo permite.

Edgar Morin habla del nucleo anti-ético del "Desarrollo". Si quieres conocer más de su visión puedes encontrarla en

http://www.iadb.org/ETICA/Documentos/ar2_mor_trans.doc

En lugar del "Desarrollo", muchos comenzamos a hablar del "Buen Vivir" o Sumak Kausay" en Kichwa. Viteri lo explica en

http://www.iadb.org/etica/documentos/vit_visio.pdf

Un cordial saludo del otro lado de Los Andes

9:00 a.m.  

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