lunes, septiembre 24, 2007

El pasamontañas de Filiberto Ojeda Ríos

Por Amber Lee Vélez Burr

Especial La Escena

Periódico Cultural del Taller Cé, coop.

23 de septiembre de 2007

"Una vez oí que en las entrañas del bosque,

suena la trompeta de la libertad" –Mikie Rivera, H.F.

San Juan – A veces hay que escoger. Le pasó al Che Guevara y por qué no habría de pasarle a Filiberto. Se trataba de decidir el camino frente a un cruce que bifurcaba sus pasiones más queridas. En el caso del guerrillero argentino: la medicina y la lucha antiimperialista. Para Filiberto: la trompeta y el clandestinaje. El sonido o el silencio. O músico o combatiente. Todos sabemos su elección. Por eso La Escena dedica este espacio para difundir la voz de Enrique "Kike" Lucca, director de La Ponceña, quien comandó –cosa que pocos pueden decir– los pasos del trompetista que dirigió a Los Macheteros.

La sonora trompeta

Desde los surcos que bordean sus ojos se pude percibir la historia comprimida que guardaba Enrique "Kike" Lucca, fundador de La Sonora Ponceña. Con 94 años, Don Kike recordó fechas, nombres, y sobre todo anécdotas que el tiempo no consigue percudir y que, por el contrario, logra conservar en su memoria como narraciones intactas que le reiteran lo valioso que ha sido su paso por la vida.

Este señor, que ha recorrido el mundo entero con su orquesta –la más antigua de Puerto Rico, ¡64 años de trayectoria! –, nos esperó en su casa "blanca y azul, cerca del parque de pelota" en el pueblo de Ponce para contarnos que él no solo había contratado a Filiberto como trompetista para su sonora en el 1963, sino que había alimentado un gran respeto y una interminable amistad por el músico más revolucionario que pasó por la orquesta de las cuatro trompetas.

Don Kike, quien asegura que llegó a memorizar los números de seguro social de todos en la familia, arrancó con su alegre caravana de recuerdos así:

"Fíjate al extremo que llegamos con él que mi esposa y yo le dejábamos nuestra cama para que se quedara. El llegaba a casa los jueves, ensayábamos, tocábamos los viernes, sábado y domingos…Después se iba para San Juan los lunes a su casa que quedaba en la calle Hoare".

Lucca conoció al trompetista por unos colegas que participaban en la Federación de Músicos de Puerto Rico, quienes se lo recomendaron para cubrir la plaza de trompetista que hacía falta en La Sonora. El director no vaciló en contratarlo.

"Donde primero tocamos con Filiberto fue en San Thomas. Precisamente en ese viaje nos habían tirado atrás al FBI. Más tarde, cuando el FBI buscaba el paradero de Filiberto, vinieron unos agentes y me mostraron unas fotos que una muchacha de nuestro mismo grupo había tomado", aseguró Lucca con ciertas reminiscencias de indignación, como quien cuenta la historia del ya tradicional chota que ha rondado las conspiraciones criollas desde Lares hasta nuestros días.

Mientras el FBI filtraba agentes en las giras de La Sonora, Don Kike nos cuenta que El Indio, como llamaban a Filiberto, se desempeñaba como un trompetista excepcional de la música de cuarteto, boleros y guarachas. Según el fundador de la orquesta, el naguabeño no tenía tan siquiera la necesidad de repasar los arreglos musicales pues sabía interpretar las partituras de manera magistral.

"Filiberto nunca ensayó. El empezó a tocar sin ensayar porque era un músico extraordinario", coincidieron tanto Kike como Papo Lucca en entrevistas separadas. "Era un lector a primera vista", anadió Kike.

Y no crean que Filiberto no presumía de ello. "Me decía, ¿tú sabías que yo le di clase a Arturo Sandoval en Cuba?", apuntó Don Kike mientras ponía una cara de "guillú", imitando a Filiberto quien bromeaba a echárselas con los resultados que sus clases habían producido en el trompetista cubano.

Sobre esto, Filiberto pudo describir en vida su experiencia de ser maestro en Cuba y así lo esbozó en un texto que escribió a estos efectos titulado ¿Libre de Música? Notas Biográficas Musicales de Filiberto Ojeda Ríos. El escrito fue publicado por el licenciado Enrique Ayoroa Santaliz en la Revista La Canción Popular en el 2003.

En palabras de Filiberto

"Uno de los profesores del Conservatorio de Música de la Habana de Cubanacán, sabiendo que yo había estudiado unas técnicas muy especiales en Estados Unidos, me pidió que le transmitiera estas técnicas a cinco jóvenes muy talentosos. Naturalmente, acepto esta petición y paso a dar clases a estos jóvenes gratuitamente en el Conservatorio de Cubanacán. Todos eran verdaderamente candidatos a solistas en la trompeta. Entre ellos, Arturo Sandoval", narró Ojeda.

Por otro lado, Don Kike Lucca recuerda las palabras de Filiberto durante sus conversaciones de camino a las presentaciones.

"Nosotros íbamos discutiendo de política desde Ponce hasta San Juan. Hablábamos mucho de política durante esos viajes y él me escuchaba con todo respeto. Él, muy atento, escuchaba mis argumentos y en ocasiones me decía, `Caray, ahora tú me has puesto a pensar'. Éramos todos contra él", relató Don Kike entre risas.

Su hijo Papo, también supo escuchar con atención aquello que el machetero y trompetista había reservado para él, un consejo que en palabras de Filiberto buscaba "evitar que algunas características negativas que rodeaban el ambiente musical y artístico puertorriqueño fueran a ejercer influencias en él".

"Filiberto era una persona a la que había que tomarle los consejos. Yo escuché su consejo y me dediqué a la música completamente", apuntó Papo Lucca agradecido.

La balanza se inclina hacia el candestinaje

Luego de haberle dado viento a su trompeta para melodías de orquestas como La Sonora Ponceña, la orquesta de Miguelito Miranda y –del 1958 al 1960– la orquesta de Vicentico Valdés, Filiberto no tuvo más remedio que dejar caer el pasamontañas musical.

A finales del 1963, Filiberto dejó a La Sonora sin previo aviso. Esto suscitó una serie de visitas del FBI a la casa del director de la orquesta para averiguar el paradero del músico fugitivo.

Ya para la década de los '90, Don Kike Lucca tuvo ocasión de reencontrarse con él –un encuentro lleno de alegría y complicidad musical– en la emisora WPAB de Ponce mientras Filiberto ofrecía una entrevista desde el clandestinaje.

Como sabemos, el FBI dio con su paradero en el 2005.

"Cuando él murió yo hablé con la esposa y me dijo que él siempre me estaba mentando", expresó Don Kike notablemente compungido hasta quedar en silencio por un momento. "Yo lo sentí mucho (la muerte de Filiberto)…". Al recomponerse de la emoción que lo invadía añadió, "nosotros tocábamos en Hormigueros a cada rato. Sabrá Dios si él iba a vernos tocar".

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""Filiberto habla

"A finales del 1948 la Escuela Libre de Música lleva a cabo un concurso para los estudiantes de trompeta, ofreciendo como premio una trompeta. Participé en ese concurso que se celebró en el Ateneo Puertorriqueño. Me otorgaron el premio que me fue entregado en una actividad especial por el Sr. Ramos Antonini. El periódico El Mundo publicó entonces una reseña y la fotografía del Sr. Ramos Antonini entregándome la trompeta. Esa trompeta me acompañó hasta que llegó el momento en que me fue indispensable un instrumento de mejor calidad… Por razones muy personales, abandoné a Puerto Rico, y me trasladé a la ciudad de Nueva York… Fue entonces cuando compré mi primer y único instrumento, el que me acompañó por el resto de mi vida como músico: una trompeta de renombre, de marca Vincent Bach-modelo Stradivarius, que había sido construida en 1932. La compré en una tienda en la zona musical cercana a Times Square y pagué por ella doscientos cincuenta dólares, además de entregar la trompeta que había ganado en el concurso".

Fragmento extraído de ¿Libre de Música? Notas Biográficas Musicales de Filiberto Ojeda Ríos, publicado en la revista Canción Popular, 2003.

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