martes, julio 18, 2006

Las nuevas repúblicas del biocombustible

Las naciones en desarrollo pobres deberán alimentar el voraz apetito de los países ricos por biocombustibles a costa de sus propias poblaciones hambrientas, y sufrirán la devastación de sus bosques y su biodiversidad. El fin del petróleo barato y la inminente crisis de combustible han convencido a la Unión Europea y a los Estados Unidos a abordar en serio su larga "adicción al petróleo", que empeora cada vez más. Pero no piensan en cambiar de hábito sino en engullirse biocombustibles

Por la Dra. Elizabeth Bravo y la Dra. Mae-Wan Ho

La dificultad es que sencillamente no hay suficiente tierra arable en la cual cultivar todos los cultivos de biocombustible necesarios para satisfacer el voraz apetito de los países industrializados. De manera que ha comenzado la etapa siguiente de la colonización. Los países industrializados están dirigiendo sus ojos al Tercer Mundo para alimentar su adicción: la tierra está allí para ser tomada ya que la mano de obra barata y los daños ambientales de las grandes plantaciones, de la extracción de los biocombustibles y de su refinación pueden enviarse fuera, exactamente como lo hicieron con la extracción del petróleo crudo.

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El biodiesel también ha proporcionado una salida para la superabundancia de cultivos modificados genéticamente (transgénicos) que los consumidores están rechazando en todo el mundo. El presidente Lula, de Brasil, ha declarado que la soja transgénica se utilizará para los biocombustibles y la "soja buena" para consumo humano. Argentina también tiene planes de transformar la soja transgénica a biodiesel.

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Se dice que durante el crecimiento del cultivo las plantas absorben dióxido de carbono de la atmósfera. Esto es así con respecto a lo que estaba creciendo antes de que se instalara la plantación. Como la industria tiene planes de expandirse exponencialmente, es probable que comenzará a ocupar zonas de bosque primario o secundario, como ya ha ocurrido con las plantaciones de soja. Las plantaciones de soja han desplazado los bosques del Chaco en Argentina y los bosques del Pantanal y el Chaco en Paraguay. Y aún más: la soja ha abatido bosques de la Amazonía, el Pantanal y la Mata Atlántica en Brasil. El saldo neto de dióxido de carbono por lo tanto es fuertemente negativo. Además, se generan otros gases de efecto invernadero como resultado del propio cultivo, el procesamiento, refinamiento, transporte y distribución del combustible. Cada vez parece más probable que los biocombustibles son un contribuyente neto de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera.

Con relación a los beneficios para los productores de los cultivos para biocombustible, pueden llegar a ser muy negativos. En primer lugar, la destrucción del bosque y otra vegetación original ya ha ocurrido; y si esos cultivos fueran a expandirse como se pretende, podrían amenazar la seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria de las poblaciones locales, porque los agricultores dejarían de producir cultivos alimenticios para la población y en cambio se concentrarían en producir "combustibles limpios" para Europa. La producción de soja en Argentina aumentaría a 100 millones de toneladas, lo cual implica un enorme costo ambiental y social para el pueblo argentino, tal como el desplazamiento de poblaciones rurales, creciente deforestación y desertificación de los suelos y por lo tanto más hambre e injusticia social.

La agricultura a gran escala, tal como la que se necesita para satisfacer la demanda de biocombustibles, depende en gran extremo de derivados del petróleo tales como fertilizantes y plaguicidas, que, además de producir emisiones de dióxido de carbono, son contaminantes en alto grado. Las predicciones para Brasil son alarmantes, ya que este país podría convertirse en el líder mundial en la sustitución de combustibles fósiles con biocombustibles, con todos los impactos que esto implica. En Brasil, hasta ahora el etanol se ha obtenido de la caña de azúcar, pero la expansión de soja ocurre mientras Brasil experimenta un auge de las exportaciones de etanol de caña de azúcar. Es muy posible que las plantaciones de caña de azúcar y soja compitan por la tierra, lo que haría casi inevitable que se corten más bosques para dar lugar a que se planten ambos cultivos.

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